SUPERMAN NO EXISTE

Para liderar no es necesario ser perfecto, lo que es una buena noticia porque nadie lo es. A los que nos dedicamos a la consultoría de RRHH, se nos solicita de forma habitual ayuda para jefes de equipo que no consiguen ejercer como líderes. En muchas ocasiones nos encontramos con personas angustiadas que piensan que están donde no deben, que no valen para ello y que alguien les ha sobrevalorado (¡ay, el famoso síndrome del impostor!). El día que descubren que no tienen por qué ser perfectos y que ni siquiera tienen que aparentarlo, su vida cambia radicalmente. Sucede cuando entiendes que tus fortalezas vienen de la colaboración con los demás, no de que tengas que saber hacerlo todo mejor que nadie, y que tu tarea es coordinar los múltiples talentos que existen en tu equipo para que, unidos a los tuyos, completen una maquinaria mucho más potente que la suma de las piezas que la forman.

Así que, visto así, liderar es simple, ya que sólo depende de tener la inteligencia estratégica necesaria para entender lo rentable que es abandonar esa figura de jefe tradicional que has mantenido hasta hoy, dejar atrás el “ordeno y mando” y dedicarte a construir un entorno de trabajo seguro en el que todos participen y donde se sumen los esfuerzos para alcanzar los objetivos que se marquen. La mala noticia es que liderar un equipo no es una tarea fácil, sino más bien al contrario, ya que son muchos los “demonios” que nos lo complican en el día a día. Los peores son:

  • Demonio l: La mala calidad en la comunicación. No sabemos escuchar, por lo que no nos enteramos de lo que nos dicen los demás, sólo oímos e interpretamos sus mensajes como podemos o queremos, construyendo relaciones basadas sobre todo en prejuicios y etiquetas que nos perjudican a todos los niveles. Además, no comunicamos con empatía, poniéndonos en la piel de nuestros interlocutores, sino que soltamos lo que nos viene a la boca (o a la tecla) sin pensar si los demás lo entenderán adecuadamente y, a veces, ni siquiera si simplemente lo entenderán. Esto provoca continuos malentendidos y confusiones que, en la práctica, producen conflictos, desmotivación, ineficacia, desesperación y depresión. 

Exorcismo 1 para este demonio:  párate y escucha. No hables mientras el otro te habla, sólo escucha y céntrate en lo que te dicen. Si no lo entiendes, o incluso si crees que lo entiendes, pregunta para confirmar.

Exorcismo 2: piensa quién te está escuchando, o quién te lee, y repásalo bien antes de decirlo o darle a la tecla “enviar”. Nuevamente, ponte sus zapatos, como dicen los ingleses, y “habla” en su idioma (incluso, metafóricamente, en su dialecto y acento). Luego, confirma que se te ha entendido.

  • Demonio ll: Los miedos e inseguridades personales. Alguien me decía una vez en una sesión de mentoring: “si yo desarrollo a la gente de mi equipo, dentro de un año el que sobra puedo ser yo”. Es el famoso miedo a que tu silla se mueva, a no pintar nada, a que alguien sepa más que tú. Miedo a que se hagan grandes y pierdas el control, a que te pierdan el respeto. Miedo, como hemos visto, a que se enteren de que no eres perfecto, que Superman no existe y que los Reyes Magos son los padres. Y que se enteren los de Recursos Humanos y tengas un problema. ¡Qué miedo!

Exorcismo 1: como decía Derek Bok, que fue rector de la Universidad de Harvard durante veinte años, “si crees que la formación es cara, prueba con la ignorancia”. Mentalízate: ¿Prefieres gente capacitada, que cuente con buenas habilidades profesionales, que te pueda discutir las cosas, aportar soluciones a tus problemas y de la que puedas aprender? ¿o prefieres un rebaño de ovejas obediente al máximo pero que se pierdan en cuanto tú desapareces un momento? Porque si la elección es esta última, tú no has nacido para líder, sino para pastor. Así vivirás más o menos tranquilo, pero quizá algún día los lobos te dejen sin ovejas.

Exorcismo 2: si no quieres que tu silla se mueva porque tu gente se hace grande, crece tú con ellos. Nada dignifica más el trabajo de un líder que ejercer de creador de nuevos líderes, consiguiendo a la vez mejorar tú mismo hasta tus propios límites. Si te da miedo que el cabo llegue alguna vez a ser sargento como tú, lucha por ser teniente o capitán y conviértele a él en un buen sargento a través de una excelente formación. 

Exorcismo 3: el respeto se consigue con respeto, con ejemplo, con consistencia y con valores bien asentados, jamás mediante el miedo. El miedo no consigue respeto, sino que destruye y provoca, en algunos casos, violencia defensiva. Recuerdo un caso en el que trabajé para una conocida multinacional. Nos pidieron consultoría para un equipo que se mostraba muy hostil contra su jefe. Según éste, no se le respetaba, se ponían en duda sus decisiones y todos eran unos vagos que evitaban a toda costa trabajar duro. Tras hablar con todos ellos, escuchándoles (nadie lo había hecho hasta entonces), descubrimos la causa real del problema. Era cierto que se había creado un movimiento de “resistencia” interno en el que casi se llegaba a la guerra de guerrillas. Pero eso no era la causa del problema, sino una consecuencia del estilo de dirección (que no de liderazgo) que existía, tipo Gestapo:  Ordeno y mando. El que la hace, la paga. Tú no vienes a pensar sino a trabajar. Cuidadito conmigo porque te puedo hacer mucho daño. Nadie te ha pedido opinión. A la siguiente, te vas a la calle. Aquí se hace lo que yo digo porque para eso soy el que sabe. ¿Os suena alguna de estas frases? Y no es que tuvieran los pobres vocación de guerrillero, sino que se defendían para intentar sobrevivir.

Exorcismo 4: no te preocupes, ya saben que no eres perfecto. Te conocen bien porque te “sufren” a diario, y saben de qué pie cojeas, lo saben perfectamente. Reconocer aquello en lo que no eres bueno y apoyarte en quien sí lo es dentro de tu equipo, no sólo no te quitará prestigio o brillo ante tu gente, sino que te dará mucha más legitimidad ante ellos para ejercer de líder, para ser “su” líder. Un líder debe ser ante todo creíble. Y llevar las 24 horas del día el disfraz de Superman, sólo te convertirá, a sus ojos, en un payaso. 

  • Demonio lll: El entorno. Es otro de los temas recurrentes: “como a mí me crujen a palos desde arriba, yo los doy hacia abajo”. Mala decisión. Liderar también es saber filtrar y adaptar, dejando fuera lo tóxico que te pueda estar viniendo desde la organización. Un mando intermedio me dijo un día que él gritaba a los miembros de su equipo porque su jefe le gritaba a él. “¿Y cómo definirías a tu jefe por gritarte?” le pregunté. “Es un déspota y un tirano, no le soporto”, contestó. “¿Y tu equipo? ¿Qué crees entonces que piensa sobre ti?”, le dije. Su cara respondió por él. 

Exorcismo 1: si tienes quejas de cómo te están dirigiendo o liderando, házselas llegar a quien corresponda, pero no transmitas los “malos tratos” que recibes hacia abajo porque no tienes ningún derecho ni justificación para ello. Parte de tu sueldo como líder es la de actuar como barrera o filtro de lo negativo que puede venir desde la propia organización. Y si no te gusta, o no estás de acuerdo, quizá no sea buena idea que tengas gente a tu cargo.

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