Cambio, luego existo

CAMBIO, LUEGO EXISTO

Sobre el cambio podemos encontrar muchas definiciones que sirven de base para analizar los procesos o para elaborar metodologías que permiten distinguir el estado anterior y posterior al mismo. La mayoría coincide en que el cambio es la alteración o variación, espontánea o planificada, de una situación existente.

Pero hay otra acepción para este concepto. Más allá de una alteración de estados analizable como fenómeno, el cambio sería un proceso consustancial a nuestra vida y a nuestro entorno. Como decía Oscar Wilde: “Lo único constante en la vida es el cambio. Si lo aceptamos y nos adaptamos a él, nos ayuda a progresar.  Si no, de todos modos sucede y nos deja atrás.”

Esta frase se puede traducir en un principio básico: aceptar y adaptarse al cambio significa adoptar una cultura de aprendizaje continuo que nos ayuda a progresar. Su resultado final no suele verse de un día para otro, ni en una semana o en un mes, sino que normalmente es un largo proceso que implica vivir una transición, en ocasiones compleja, durante la cual surgen determinadas actitudes, comportamientos, supuestos y creencias que, si no son tenidos en cuenta, pueden generar el más rotundo fracaso y frustración para todos. Es un proceso que requiere tiempo, energía y recursos, y debe reforzarse a sí mismo para llegar a convertirse en un proceso de aprendizaje continuo que permita la evolución de la empresa. Cuando la organización asume el cambio de esta manera, hace que éste forme parte de su cultura, interiorizándolo en sus valores y supuestos básicos, es decir, haciéndola flexible y capaz de adaptarse, modificarse e innovar constantemente.  Con ello se consigue que las personas que forman la empresa, los verdaderos protagonistas, “vivan el cambio” generando valor de manera continua para todos, y contribuyendo a su desarrollo personal y de la organización.

El cambio organizacional es, entonces, una realidad permanente cuyo protagonista es el individuo. Son las personas las que realmente generan el cambio y de ellas depende su éxito. Es aquél que replantea la manera de pensar y de actuar de las personas dentro de las organizaciones. Genera actitudes permeables y proactivas hacia las modificaciones internas de los valores, aspiraciones y conductas personales, que se combinan, en muchos casos, con variaciones en la estructura organizacional, los procesos, la tecnología y las estrategias.

Entendiendo la organización como sistema integrado donde las áreas se encuentran interrelacionadas, un cambio en alguna de ellas afecta de una u otra forma a todas las demás, y es el individuo el impulsor que, con las herramientas adecuadas, actuará como facilitador del mismo.

En el camino que deben recorrer las organizaciones para asumir el cambio organizacional y posteriormente desarrollarlo como aprendizaje continuo, deben tenerse en cuenta una serie de aspectos que, bien gestionados, van a permitir el éxito en los resultados, y que son los siguientes:

ð  Entender el porqué del cambio.

ð  Visualizar a dónde se quiere llegar.

ð  Identificar el equipo de cambio.

ð  Reconocer que la resistencia al cambio es una reacción natural, predecible y humana, y que para vencerla es necesario reconocer las actitudes del individuo.

ð  Aceptar las resistencias y canalizarlas de manera que sumen:

o   Suministrando información acerca de la marcha del proceso,  compartiendo y trabajando la incertidumbre.

o   Capacitando a los individuos, dándoles las herramientas necesarias y adecuadas.

o   Midiendo continuamente el pulso de cómo se está viviendo el cambio.

ð  Comunicar, comunicar, comunicar. Y después, seguir comunicando.

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