Antifragilidad

PERSONAS ANTIFRÁGILES

Hablar de competencias es una de las actividades favoritas de cualquier profesional de los Recursos Humanos. Las competencias lo explican todo, y ayudan en todo. Selección por competencias, formación en competencias, evaluación de competencias; todo lo podemos relacionar con este término. Sin embargo, exactamente, ¿qué es una competencia? Esto es fácil, una competencia es una habilidad, conocimiento o capacidad. Por ello, el abanico de competencias es tan surtido que no podríamos hacer un recuento exacto de todas las que existen, con sus matices y peculiaridades. Parece complicado discernir entonces qué competencias son las más útiles en general, para cualquier profesional de cualquier ámbito, pero ahora quiero hablarte de una en concreto que no sé si habrás escuchado antes: la antifragilidad.

Podemos relacionar en gran medida la antifragilidad con los famosos entornos VUCA, término que, como profesional de los Recursos Humanos, seguro que has escuchado alguna vez. Pero ¿qué incluye un entorno VUCA?  Estas cuatro letras corresponden a las siglas de Volátil (volatile), Incierto (uncertain), Complejo (complex) y Ambiguo (ambiguous). Vivimos en entornos volátiles, en los que todo se transforma a una gran velocidad, prácticamente no nos da tiempo a aclimatarnos cuando ya nos arroya otro nuevo cambio. Además, estos cambios son inciertos, no tenemos claro qué va a pasar, cuándo o cómo, lo que resulta lógico al suceder todo, como ya hemos dicho, muy rápidamente. Esta volatilidad e incertidumbre potencia la complejidad del entorno, es complicado saber actuar correctamente estando siempre condicionado por esos dos factores. Por último, la ambigüedad es consecuencia de todo lo anterior, no tenemos claro cuál será el escenario final, nos cuesta vislumbrar correctamente una predicción acertada. Estos entornos VUCA han comenzado a ser tan habituales en los entornos de trabajo, que en ocasiones hasta se habla de entornos BANI (brittle, anxious, non linear, incomprehensible), lo que traducimos como frágil, ansioso, no lineal e incomprensible.

No sé a ti, pero a mí todas estas palabras me inspiran un concepto muy claro: CAOS. La dificultad de prevenir los cambios, de organizarse, de saber lo que va a pasar, de no entender en muchas ocasiones cómo proceder, es, claramente, un caos. Y de ahí viene el interés por esta antifragilidad. ¿De dónde viene este concepto y qué es? Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden” es un libro creado por Nassim Thaleb, escritor estadounidense de origen libanés, que acuñó este término tan interesante en el año 2012. Algo antifrágil es algo que se beneficia del caos, del desorden o de la aleatoriedad. No podemos decir que sea sinónimo de resiliencia, la resiliencia es un componente importante de la antifragilidad, pero va más allá. Mientras que la resiliencia implica la capacidad de recuperarse después de un revés, la antifragilidad supone convertir esos reveses en oportunidades de mejora. Las personas antifrágiles no solo vuelven a su estado anterior, sino que avanzan con una mayor resistencia y habilidades mejoradas. Alguien resiliente aguanta los golpes con estoicismo y sigue ahí, alguien antifráfil, por el contrario, crece, mejora y se supera a sí mismo en ese tipo de situaciones.

Tener personas antifrágiles en tu equipo es siempre beneficioso, especialmente en entornos VUCA, entornos BANI, o entornos que, siendo del tipo que sean, requieren soportar cambios, reveses o situaciones especialmente complejas. Una persona con esta competencia no sólo va a saber capearlo, sino que además va a saber salir reforzada de ello, reforzando, por tanto, al equipo. La antifragilidad, como competencia, puede considerarse por tanto la joya oculta en el mundo de los Recursos Humanos. A medida que el entorno laboral se vuelve cada vez más impredecible y caótico, la capacidad de ser antifrágil se vuelve esencial. Pero, ¿cómo se desarrolla esta competencia en el ámbito profesional?

En primer lugar, es importante comprender que la antifragilidad no es, necesariamente, un don innato, sino una habilidad que se puede cultivar y fortalecer con el tiempo. Al igual que un músculo que se ejercita, la antifragilidad se nutre de la exposición al caos, a los cambios, y la adaptación constante. Los profesionales que desean desarrollar esta competencia deben estar dispuestos a abrazar la incertidumbre y verla como una oportunidad de crecimiento. Una característica clave de las personas antifrágiles es su mentalidad. Son flexibles y abiertas al aprendizaje constante. Están dispuestas a cuestionar sus suposiciones y a adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias. En lugar de aferrarse a soluciones preestablecidas, buscan siempre la experimentación y la exploración de nuevas formas de abordar los desafíos. La antifragilidad no implica simplemente resistir la adversidad, sino prosperar en medio de ella. Las personas antifrágiles no sólo sobreviven a los desafíos, sino que encuentran la manera de capitalizarlos. Ven el caos como un terreno fértil para la innovación y la mejora continua. En lugar de temer a los cambios, los aceptan y los utilizan como trampolines para alcanzar nuevas alturas.

En un entorno laboral marcado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, las personas antifrágiles destacan. Son líderes naturales en equipos que enfrentan cambios constantes y desafíos impredecibles. Su capacidad para mantener la calma en medio del caos y liderar con confianza los convierte en activos valiosos para cualquier organización. Para desarrollar la antifragilidad en el ámbito laboral, es esencial fomentar una cultura de apoyo al aprendizaje y la adaptación. Los líderes pueden alentar a sus equipos a abrazar la incertidumbre y a ver los errores como oportunidades de aprendizaje. También pueden proporcionar recursos y capacitación para ayudar a los empleados a fortalecer su capacidad de ser antifrágiles.

En resumen, hoy la antifragilidad emerge como una competencia crucial. Aquellos que la desarrollan no solo sobreviven en entornos VUCA o BANI, sino que prosperan en medio del caos, convirtiendo los desafíos en oportunidades. Fomentar la antifragilidad en los equipos de trabajo puede ser la clave para el éxito en un mundo en constante cambio.

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