Líder flexible

LÍDER FLEXIBLE

Dice una conocida frase que en la vida debes ser fuerte como un roble, pero flexible como un junco. Es decir, tienes que tener las ideas claras y los valores bien arraigados, pero a la vez debes ser capaz de adaptarte a la realidad, aprendiendo de ella y moldeándote lo necesario para sacar lo mejor de cada momento.

Walter Riso, Doctor en Psicología, especialista en Terapia Cognitiva y Bioética nacido en Nápoles (Italia), dice en su libro “El arte de ser flexible”, que existen tres tipos de mentes: rígida, líquida o flexible.

Las personas de mente rígida son las que no aceptan el cambio y se aferran a sus ideas cueste lo que cuesta. Poseen modelos mentales cerrados que les hacen vivir en un continuo estado de estrés y de conflicto, afectando negativamente a su salud y calidad de vida. Lo peor es que también afectan negativamente a la de los demás. Nosotros les llamamos los “Rambos”. 

Los de mente líquida son aquellos que no tienen ideas prefijadas ni con fundamentos claros, lo que suele llevarles a no tomar partido en las situaciones u oportunidades que se van encontrando en la vida. Son, por así decirlo, los que se dejan llevar, sin intervenir casi en su destino. Esperan a que pase su tren-oportunidad, pero muchas veces olvidan que, para aprovecharlo, hay que ir a la estación y comprar un billete. Les llamamos “Anguilas”: intenta agarrar una, verás cómo se retuerce y se te escapa de las manos llenándote de babas.

El tercer tipo son los de mente flexible, moldeables pero con ideas claras. Pueden llegar a adoptar diversas formas pero manteniendo siempre su esencia. Son personas abiertas al cambio, de mente-esponja, flexibles como juncos. Ante un huracán, se inclinan pero no se rompen. Fuertes como ellos solos, pero adaptables, animosos, capaces de sobreponerse a cualquier circunstancia imprevista y hacer que el equipo les siga pase lo que pase. Siempre están ahí, al pie del cañón, dando ejemplo mediante la acción. Son los “Shackleton”.

Si lo analizamos desde el punto de vista del liderazgo, nos encontramos también estas tres tipologías: el Rambo, la Anguila  y el Shackleton. 

El Rambo se caracteriza por su fuerte carácter y la inmutabilidad de sus decisiones. Siempre sabe qué es lo que hay que hacer y lo impone, incluso a gritos o con amenazas. Para él no hay más fin que la consecución de los objetivos y todo está al servicio de ello. Su foco son las tareas, el cómo se hacen las cosas. Rendimiento y resultado. Si por él fuese, sustituiría a las personas por robots, para que obedecieran sus órdenes sin rechistar. Y si alguno se rompe por el camino, se le sustituye y punto. 

Los Anguilas son como un líquido. No tienen una forma definida, sino que adoptan la del recipiente que la contiene. Babosos y resbaladizos. Lo mismo tienen forma de vaso que de corriente de río, y todas le parecen válidas porque lo que les gusta es no intervenir. Dejan hacer, aparentan dar mucho campo a su gente para correr, pero es mentira. Les dejan correr para tenerlos lejos, que no den la lata. Los Anguilas salpican a todos los que tienen a su lado, sin darse cuenta de que no todos ellos necesitan humedad o les gusta estar todo el día chorreando. Con un jefe Anguila vas a estar todo el día reluciente pero acatarrado. Su interés es solo su parte emocional, o mejor todavía, su ego, lo que los demás piensen de ellos. Buscan preferentemente reconocimiento, ser valorados por los demás. Pero no le digas a un jefe Anguila que te ayude a solucionar un problema porque de dos coletazos desaparece por el primer desagüe que encuentre.

Los Shackleton tienen lo mejor de ambos. No se rompen fácilmente porque saben moverse cuando el viento arrecia, pero saben que trabajan con personas y que deben cuidarlas. Manejan las dos facetas del liderazgo de forma compensada, gestionando las tareas sin olvidarse de la gestión de las personas. Conocimiento y emoción. Y, lo que es más importante, sin recetas fijas, porque el “chocolate para todos” no funciona cuando hablamos de liderar. Tienen las ideas claras, clarísimas, saben a dónde quieren ir y con quién, pero si por el camino surge una circunstancia inesperada, tienen la inteligencia suficiente para pararse, pensar y mover el timón hacia otro rumbo más apropiado. Dejan que la gente piense y aporte, escuchan sus ideas y les animan a correr por delante, pero siempre atentos por si les necesitan.

¿Cuál de ellos eres tú? 

BARRERAS A LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS I: LOS ERRORES DE PROCEDIMENTO

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